La situación de alerta sanitaria por la Covid-19 invita a pensar en el presente, a mantenernos prevenidos frente al contagio y al respeto de las medidas sanitarias. Asimismo, esperamos las maniobras de reanimación que serán necesarias para aliviar la situación de la economía nacional e internacional y el paquete de estímulos financieros que generen oportunidades para el cambio. En otro plano, hemos de replantearnos nuestros paradigmas en torno al envejecimiento, a sus necesidades y a sus potencialidades.
A pesar de las exigencias del presente, no podemos perder de vista el futuro, ese regreso a la plena actividad de las empresas, a la convivencia de las personas sin temor al SARS-CoV-2 y a la reactivación de las ciudades. Imaginando las ciudades del futuro, durante los últimos años se han consolidado una serie de tendencias como:
- la lucha contra el cambio climático, la apuesta por la sostenibilidad y por las energías limpias.
- la movilidad intraurbana, de la información y del ocio, del campo a la ciudad y viceversa, turística y de negocios, entre países ricos y pobres.
- la seguridad en sentido global: defensa frente a la delincuencia, a las redes ilegales, a los ciberataques, a las pandemias, a los desastres naturales, a las crisis alimentarias, a las guerras, etc.
- la salud vuelve a ser un elemento esencial.
Estos cuatro elementos (cambio climático, movilidad, seguridad y salud) se apoyarán en la I+D+i, en la tecnología, en el emprendimiento y en la digitalización para su desarrollo. Como contrapeso, las relaciones personales se volverán más humanas y necesarias para sortear el distanciamiento social y el refugio en el teletrabajo.
Volviendo al lugar en que habito, el futuro podrá en valor las ciudades medianas y pequeñas, frente a las megalópolis. Ciudades de tamaño medio enfocadas a la habitabilidad, con equilibrios entre el volumen construido, los servicios públicos básicos, los espacios de convivencia y de participación, el sentimiento de pertenencia a una comunidad no excluyente, con equipos de gobierno preocupados por el bienestar de sus ciudadanos y la búsqueda de buenas condiciones de vida, de trabajo y de ocio en los que prime el respeto a los demás y al entorno.
En estas ciudades medianas, la contención de las emisiones de efecto invernadero y las menores necesidades de movilidad permitirán controlar su contaminación y ganar espacios verdes, mejorando la calidad del aire, de las aguas y del terreno, mejorando la salud de sus habitantes y reduciendo la mortalidad prematura por estas causas.
Por ello, desde MINAGRIND proponemos a las entidades locales y regionales aprovechar el cambio de sensibilidad provocado por la pandemia por SARS-CoV-2 para trabajar en:
- Potenciar los beneficios de las ciudades medianas para frenar el cambio climático, mejorar la movilidad, mantener la seguridad y ganar en salud física y mental.
- Crear condiciones favorables para la atracción de talento y de inversiones.
- Elaborar planes estratégicos a medio y largo plazo para unas ciudades más saludables, más habitables, más participativas, más sostenibles, más nuestras, más respetuosas con su entorno.
- Identificar y promover la comunicación acerca de las oportunidades de desarrollo y de interacción profesional y personal que ofrecen las ciudades pequeñas y medianas.
- Recuperar los espacios públicos para las personas y minorar el uso del automóvil, aún a pesar de la revolución del coche eléctrico y autónomo.
- Potenciar la actividad física de los ciudadanos y la convivencia con la bicicleta y otros medios de transporte sostenibles, silenciosos y seguros.
- Incrementar las zonas verdes de las ciudades, en horizontal y en vertical, para limitar las emisiones de CO2 a la atmósfera, mitigar el calor y el ruido y relajar la vida en las ciudades, mejorando el estado de ánimo general.
